La importancia del espacio y la ciudad en la Educación Inicial
https://www.youtube.com/watch?v=q62HV_cAmkM
Estudios recientes han demostrado que
los niños piensan como científicos. Es decir, su forma de razonar y
experimentar (la elaboración de hipótesis y su comprobación, a través del
método del ensayo y error) se parece mucho a la que los investigadores emplean
en el desarrollo de la ciencia. Por ese motivo, y por la curiosidad propia de
los menores por
descubrir el mundo, los experimentos son tan atractivos para ellos.
Y no hacen falta instrumentos
especializados ni materiales difíciles de conseguir para llevar a cabo
experimentos en el hogar. Por el contrario, algunos
elementos de uso cotidiano permiten realizar pruebas que sorprenden y desafían
la intuición de los más pequeños, estimulan su desarrollo cognitivo y despiertan aún
una mayor curiosidad por incorporar conocimientos nuevos.
A continuación, se enumeran cinco
experimentos científicos para niños sencillos de hacer en casa,
con objetos cotidianos.
1. Experimento con niños: el volcán en
erupción
La química ofrece
muchas posibilidades para experimentos caseros, ya que el comportamiento de la
materia es, a menudo, sorprendente. Un caso es el que se produce cuando se mezclan
dos materiales que se pueden encontrar en cualquier cocina: bicarbonato de sodio y vinagre.
El resultado es una espuma que
enseguida gana volumen. Si se
encuentra en un recipiente, pronto tiende a elevar su nivel y, en ciertos
casos, a rebosar y derramarse. Esta experiencia gana mucho atractivo si se crea
una maqueta de un volcán para hacer que entre en
erupción.
Hecho esto, solo resta echar en el
recipiente medio vaso de vinagre, y esperar. Despacio, la espuma rojiza subirá
su nivel, alcanzará el cráter y comenzará a desbordarse, igual que la lava
cuando un volcán entra en erupción y da lugar a uno de los espectáculos más
fascinantes de la naturaleza. Para ello, hay que tomar una botella
de plástico y recubrirla de arena,
arcilla u otro material, de tal modo que asuma la forma de un
volcán (es decir, como una montaña) y que su boca constituya el cráter. En su
interior se colocan dos cucharadas de bicarbonato de sodio, y también dos
cucharadas de jabón líquido (que dará más
densidad y volumen al resultado) y una cucharada de colorante
para comidas, de color rojo.
2. Ciencia para niños: la moneda que
desaparece
Esta es una especie de ilusión
óptica. Las leyes que intervienen no son las de la química, sino las de
la física. El procedimiento es muy simple: se coloca
una moneda sobre la mesa y, sobre ella, un vaso de cristal transparente,
vacío, con la boca hacia arriba. Encima del vaso hay que poner un plato,
de forma que la moneda solo sea visible a través de las paredes del vaso.
Después de que el niño vea la moneda
a través de las paredes del vaso, se retira el plato y se vierte agua en
el vaso hasta llenar unas tres cuartas partes de su capacidad. Y se vuelve a
colocar el plato encima.
¿Qué pasa? La moneda ha "desaparecido". Lo que
ocurre, en realidad, es que se ha hecho invisible, debido a la
refracción, es decir, a causa de la modificación que sufre la
luz al propagarse a través de un medio distinto del aire. Como esto no es
un truco de magia para niños, la moneda sigue allí, bajo el vaso.
3. Experimentos para niños: el agua que
no se vuelca
Aquí también entra la física en
acción y los niños se quedarán atónitos. Hay que llenar un vaso con
agua, bien hasta el borde, y luego taparlo con una pieza de
cartulina, cartón pluma o un material similar que sea ligero y liso.
Hecho esto, manteniendo la cartulina pegada al vaso por medio de los dedos o
una regla, se invierte el vaso, de forma que la boca y la
cartulina queden hacia abajo, y se suelta la cartulina.
¿Qué pasa? La cartulina se queda allí, adherida al borde del
vaso. En contra de toda intuición, el agua no se vuelca. Esto se produce
porque, al haber llenado de agua la capacidad del vaso y colocado la
tapa, no queda lugar para el aire. Se genera un efecto de
vacío que provoca la adherencia, como se observa en este
vídeo. Es posible cambiar el vaso de posición y no habrá modificación.
Para terminar el experimento, se puede desplazar muy poco a poco la cartulina (con el
vaso patas arriba). Si se hace con cuidado, caerán algunas gotitas por efecto
de la gravedad y algo de aire entrará en el vaso. Este aire será visible desde
arriba, pero la cartulina seguirá pegada al borde. Solo cuando se desplace un
poco más, el efecto de vacío se perderá: la cartulina se despegará y el agua se
derramará.
4. Huevos que flotan y huevos que se
hunden
Para los pequeños, esto también
parecerá magia al principio. Se cogen dos
huevos y dos recipientes con agua. Se introduce un huevo
en cada recipiente y se advierte cómo uno de ellos se hunde hasta el fondo,
mientras que el otro flota en la superficie.
Y es que en realidad los huevos no
son distintos, pero sí el agua de ambos recipientes: una tiene sal y la
otra no. La presencia de sal en el agua modifica su densidad.
La densidad del huevo es mayor que la del agua en condiciones normales, y por
eso se hunde. Pero si se añade suficiente sal, la densidad del agua pasa a ser
mayor que la del huevo, y por eso este flota.Al parecer, los huevos son
distintos. Sin embargo, se sacan y se coloca cada uno en el otro recipiente,
donde no habían estado. ¡Oh, sorpresa!: el huevo que antes
flotaba ahora se hunde, y el que antes se hundía ahora flota.
Para demostrarlo, se puede hacer la
experiencia de hundir el huevo en agua normal y luego ir
añadiendo sal poco a poco, para ver cómo el huevo parece
levitar hasta que llega un punto en el que flota en la superficie.
Esta misma explicación vale, además,
para que los niños entiendan por qué ciertos objetos flotan (desde
un trozo de madera hasta un barco, que está lleno de
aire) y otros no (como una pieza de metal o un barco en el que entra agua).
5. Ciencia para niños: la lata
equilibrista
¿Cómo hacer para que una lata de
refresco permanezca inclinada en equilibrio, sin que
ningún elemento extraño la sostenga? Se puede demostrar a los pequeños que es
posible lograrlo y luego dejarles latas para que ellos mismos lo intenten. Sin
embargo, es probable que no lo consigan, porque la lata no puede mantenerse en
esa posición, ni llena ni vacía.
Ahí está la clave: para que se conserve en equilibrio, la lata debe
contener una cantidad de líquido equivalente
a un tercio de su capacidad. De este modo, se logra que el centro de gravedad
quede justo por encima del borde donde el cuerpo se apoya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario